viernes, 4 de enero de 2008

Pedro Fernández

Pedro Fernández es un pequeño de sólo un año, al que durante el pasado invierno atendí el el Hospital Exeqiel González Cortés , este angelito con síndrome de Down, tan frágil que siempre estaba al borde de la fatiga respiratoria, que nació con una cardiopatía, que provenía de la pobreza y la violencia de La Legua, me ayudó sin saberlo en un momento muy difícil. Cada vez que me regaló una sonrisa, cada vez que estiró su delgado brazo para hacerme cariño en la cara, cada vez que dejó de llorar en mis brazos, mantuvo viva en mí la certeza de que estaba en este mundo para algo, que a pesar de mi propio sufrimiento podía aliviar el suyo y el de su madre, que el valor de mi trabajo no está en la remuneración, está en sus hermosas sonrisas, en sus manitos alargándose hacía mí, en el rostro de su madre al verlo respirar mejor, en el abrazo de esta mujer esforzada y el maravilloso gesto que ella tuvo al regalarme el juguete que su hijo tuvo colgado sobre su cabeza mientras estuvo en la Neo, siempre estaré agradecida de ellos por darme mucho más de lo que yo les di.

Si alguna vez el camino parece difícil, espero que hayan muchos Pedritos y muchas Olgas que me sonrían y me abracen, y así recordar que no todo está perdido...

4 comentarios:

Marinero en Marte dijo...

no sólo no todo está perdido, sino que nada está perdido. hay que seguir luchando si.

y sobre la canción "hasta siempre comandante" del gran poeta del pueblo Carlos Puebla, creo que es una canción que siempre tengo presente.

un saludo!

Gastón Martorelli dijo...

No todo está perdido, por supuesto, y siempre hay algo o alguien que lo recuerda.
Y gracias por recordarlo de esta manera.

Un saludo grande...
Gastón

Margarita dijo...

Darse a los demás, sin esperar recompensas materiales a veces es "cliché", pero es la verdad. Uno puede dar un poquito o cree estar cumpliendo con "su trabajo", pero áquel que recibe tu ayuda física, también recibe ayuda en el alma. Y aún cuando uno no lo crea esa ayuda se vuelve hacia uno mismo engrandecida.
Se llama "vocación" y no te lo da la univewrsidad ni la escuela. Se lleva en el alma.

Viviana dijo...

Entiendo perfectamente ese sentimiento tuyo, y es la gran satisfacción que se logra a través del trabjo con personas, que creo es la forma más potente de trabajo.

Me alegra mucho saber que personas como tu a quienes no veo hace tiempo, pero con quien compartí muhcas cosas, mantienen aún una fuerte vocación social en este ajetreado mundo, donde a veces parece tan fácil perderse.

Gracias por la bienvenida que dejaste en mi blog, y nos vemos luego!

Vivi