sábado, 27 de marzo de 2010

Adiós muchacho del siglo XX



Mi viejo querido:
Hoy te hemos dejado en la tierra junto a tu amada Aurora, y son tantas las cosas que tengo para decirte. La más importante de todas es que te amo y que siempre te amaré, que me siento muy orgullosa de llevar tu apellido y que nada ha podido ni podrá cambiar eso. Sé que los últimos años estuve lejos, pero hay razones que me llevaron a ello; mi viejo nunca quise que me vieras triste, nunca quise que vieras cómo la vida me estaba pasando por encima, tú que no dejaste que nada te doblegara, que a pesar de todo lo que te tocó vivir, no te rendiste; ¡cómo permitir entonces que me vieras mal!, si tu orgullo era tu nieta con “una tremenda personalidad”, decías. La vida es injusta y difícil viejo, tú lo sabías, y yo lo he aprendido estos últimos años, no voy a enumerar todo lo que me pasó, pero me quedé con poca fuerza y energía, tuve que elegir mi batalla, y elegí a mi hija.
Quiero que sepas que le contaré a mi Alicia todas las historias sin tiempo que me dejaste, aquellas de tu vida larga y llena de aventuras, y todas y cada una de las aventuras que vivimos juntos, también quiero que sepas que no me rendiré, que soy feliz a pesar de todo, a pesar de que no estés aquí, porque sé que tú al igual que mis abuelitas que ya partieron, siempre quisieron que así fuera.
Adiós muchacho del siglo XX, disfruta del paseo en tranvía.